Santa Teresa murió cuando en España cuajaban las constantes del Barroco, constantes bien conocidas por lo que al protagonismo de los santos se refiere en una Europa Católica que los convirtió en el tipo humano más representativo de una mentalidad tan peculiar como duradera. Fue en este ambiente en el que se fijo el modelo biográfico de santa Teresa. Y ésta fue también su desventura: el modelo entonces forjado se transmitió con admirable constancia e inmovilismo, inmune a los cambios historiográficos que se agolparon a partir de la Ilustración. En las páginas de este libro podremos contrastar el fenómeno llamativo.