En medio de circunstancias a veces no favorables, la alegría de ser santos es posible. Sin la alegría de la fe poco podemos ofrecer a un mundo en avanzado procesos de secularismo, pero que también manifiesta de muchas maneras una auténtica hambre de espiritualidad. Francisco nos recuerda a todos y cada uno la llamada a ser santos en el contexto actual con sus riesgos y desafíos. y nos habla de que cada cristiano tiene su propio camino de santidad. Los sacerdotes han de caminar a la santidad viviendo a fondo la caridad pastoral.