La grandeza y belleza de la vida cristiana consiste en vivir la vocación a la santidad que es obra del Espíritu. La vida cristiana es así experiencia de perdón, de salvación, de gracia y de libertad frente a la alienación del pecado, personal y social, y a la esclavitud de nuestras tendencias egoístas. Esta vida en el Espíritu tiene su fuente y su cumbre en los sacramentos de la Iglesia. Desde ahí se entiende el vivir cristiano dinámicamente, es decir, como seguimiento de Jesús. Este volumen presenta la dinámica y el camino de la vocación cristiana a la santidad. Es precisamente aquí donde se hace una especie de retrato del laico maduro al que todo el itinerario apunta. Son las “claves” que definen la espiritualidad laical: cristocéntrica, trinitaria, de amor al prójimo y especialmente a los pobres y a los que sufren, en comunión eclesial y de misión.