«La Iglesia, Pueblo de Dios, está formada por gentes de todos los pueblos de la tierra. Vive entre las naciones y este hecho es inevitable. Sin embargo, no se identifica ni se confunde con ninguna de ellas. Habla todas las lenguas y se sirve de ellas para anunciar el Evangelio de la salvación. Sabe que su misión no es otra que ser “sacramento o signo e instrumento de la unión íntima del hombre con Dios y de la unidad de todo el género humano” (Lumen Gentium, n.1) y, al mismo tiempo, es consciente de que esta unidad no consiste en una unificación que suprima lo bueno que hay en las culturas de los pueblos en los que ella habita. La catolicidad, que es una de sus notas esenciales, significa que el Evangelio la capacita para hacerse presente en todos los pueblos y culturas sin suprimirlas, aunque las tenga que purificar, y sin identificarse plenamente con ninguna de ellas». Enrique Benavent Vidal, Obispo de Tortosa, presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe.