Dios se da a conocer por medio de la palabra que comunica a sus siervos los profetas, pero se revela sobre todo a través de sus intervenciones en la historia de la salvación. La historia bíblica no es una crónica o narracion neutral y aséptica de los hechos. Es una historia: confesional, kerigmática, interpelante, profética, escatológica y salvífica.