Es posible que algunos tachen de ingenuidad el recuerdo de aquellos Catecismos clásicos como el “Astete” y el “Ripalda”, que formaron en el pasado a tantas generaciones de cristianos. Sí, ya sé que los pedagogos modernos han levantado su voz contra el método memorista; pero lo que en la práctica consiguieron fue hacernos caer en el extremo opuesto de un conceptualismo ininteligible para los niños e inútil para los adultos. Actualmente los niños no entienden mejor los nuevos Catecismos y no se les urge la necesidad de aprenderlos de memoria; cuando lleguen a la mayoría de edad, caerán en el ateísmo práctico –con todas sus consecuencias- ante la imposibilidad de querer y practicar lo que desconocen.