La formación histórica de la idea europea de individuo como sujeto con disponibilidad de sí mismo es solidaria de la historia social de la habilitación del trabajo como medio de realización moral y ambas, a su vez, son hebras en la trama histórica, social y teórica que da cuerpo a las nociones de libertad y conocimiento expresadas en las distintas versiones de lo humano contenidas en la tradición europea.La organización comprensiva de dicha tradición en cuatro grandes paradigmas (aristocrático, estamental, pericial y comercial) no sólo permite contar de modo sucinto o poético, (según su definición aristotélica: mediante totalidades rápidas y esenciales) una determinada versión de la historia de Occidente, sino que le presta a esa historia un argumento filosófico que se revela como una dimensión inexcusable en la indagación sobre lo humano que llevan a cabo tanto las ciencias humanas y sociales como la filosofía.En particular, la debida comprensión del paradigma antropológico griego en relación con la estructura sociopolítica de la polis y sus metamorfosis medievales, suponen una habilitación para la comprensión de la forma y los contendios de la autoconciencia europea de lo humano. Desde esa perspectiva, la Revolución Francesa resulta tener precedentes genealógicos en las formas monásticas de la religiosidad medieval al tiempo que los monjes surgen como una reapropiación cristianomedieval de la libertad de la polis, o los frailes mendicantes y los artistas del Renacimiento resultan ser los precursores de los actuales ciudadanos en la sociedad de las profesiones.