Después del recorrido que hemos hecho para prepararnos al Jubileo 2000, sabemos ya que Dios es el centro del Año Jubilar, que la liberación de la persona es objetivo fundamental y que la encarnación del Verbo es su acontecimiento básico. Todo esto nos es muy conocido. Pero ahora, sobre lo que sabemos del Jubileo, damos un paso más: queremos ver a Cristo como Jubileo del Padre, entrando precisamente en la profunda relación que tiene con el Padre y con el hombre. Contemplamos a Cristo como el Amén del Padre y como el amor entregado del Padre; y contemplamos, también, lo mucho que le supone al hombre el Amén de Cristo, que da cumplimiento a las promesas del Padre, y lo que es vivir nuestro amén en el Amén de Cristo. Es una profundización de lo que supone al cristiano «ser en Cristo» y «vivir en Cristo». El libro acaba siendo una antropología cristiana viva, es decir, que no se reduce a meros principios, sino que pretende entrar dentro de lo que al cristiano le supone la Pascua del Señor, asumir lo que es «ser criatura nueva en Cristo» (2 Cor 5,17). Y para conocer con precisión la estructura del libro, conviene saber que tiene como punto de referencia permanente el texto de San Pablo: «Pues todas las promesas hechas por Dios han tenido un sí en él; y por eso decimos por él “Amén” a la gloria de Dios» (2 Cor 1,20).