¿Por qué ha hecho fortuna la convicción de que la fe es un asunto privado? ¿Qué maldición pesa sobre la militancia para que esté bajo sospecha? ¿Por qué se ha aparcado la pretensión cristiana de transformar la sociedad? En estas páginas se dibujan caminos que han llevado a un desprestigio difuso y generalizado a cualquier pretensión de la Iglesia de intervenir en la vida social. Pero la fuente donde mana la presencia pública de los cristianos no se ha secado: aquí se nana un ramillete de testimonios. Y también se pro-pone un estilo creyente para una nueva presencia eclesial —hecha humildad, pobreza, lucidez, actitud samaritana y diálogo—, que cuenta con el aval del Evangelio y del propio Magisterio de la Iglesia. La llamada a la nueva evangelización incluye la invitación a fecundar con el Evangelio la historia, la sociedad, la cultura..., es decir: la secularidad. Por ello es ineludible una reflexión que ayude a superar las muchas resistencias y malos entendidos que en este campo existen.