Felicidades, Jesucristo se presenta como un gran villancico. Coral, fervoroso, original y algo torpón como corresponde a un libreto colectivo. Hay en él chorros saltarines y caudales reposados. Hay chispazos leves y tracas ruidosas. Abundan en prosa o en verso las felicitaciones personales, íntimas, que se traducen en confesiones vibrantes y acendradas. Hasta es fácil detectar ciertos núcleos temáticos en torno a los que rondan las mejores felicitaciones a Jesucristo: su en-carnación en nuestra historia, su evangelio, la tan inspirada elección de su Madre, la Iglesia que brotó de su costado, la gloria perenne de su Resurrección y la eternidad inmarcesible de su Pascua. Y, por si fuera, poco todo ese jolgorio de pastores y zagalas en honor y gloria del bimilenario de Jesucristo lo encabeza, cayado en mano, el que es hoy día rabadán de su rebaño en la tierra: el papa Juan Pablo II que honra con su nombre y su presencia el catálogo de autores de esta casa. Todos quedan invitados a cantar y danzar con los autores de la BAC la simpar rueda-rueda de este villancico literario, editorial y colectivo. Se estrena en este instante y lleva por título: Felicidades, Jesucristo.