Los más agudos observadores de la actualidad eclesial vienen hablando últimamente de un desvanecimiento progresivo del anticlericalismo de los últimos siglos para dar paso a otro sentimiento que denominan lisa y llanamente "antieclesialidad". ¿Es precisa la Iglesia para el encuentro con Dios? ¿Añade algo a la aparición de Jesucristo entre los hombres o a la dinámica de su mensaje? ¿Tiene, incluso, algo que ver esta Iglesia con el Cristo de los evangelios? Hay ya quienes responden taxativamente que la Iglesia, la de hoy en concreto, no es un camino hacia Jesús de Nazaret, sino un estorbo para comprender y construir su reino. ¿Qué se les ha pedido a los que han tomado parte en este libro? Una confesión serena y personal, libre y afectuosa, de aprecio a la Iglesia de hoy y de siempre. Un testimonio que dejara bien claro por qué procede hoy todavía decir netamente: "Jesucristo sí y la Iglesia también".