Este libro, entre los más breves que han salido de la pluma de su autor, no es ninguna novedad. Aquí está el Royo Marín de siempre. El teólogo respetuoso de la tradición católica y poco o nada amigo de piruetas temáticas o de novedades doctrinales. Aquí despacha él el buen pan y el adobado vino de siempre. Y, sin embargo, este "Sentir con la Iglesia", aun en su brevedad, encierra una novedosa singularidad: la de ser su libro postrero, entendiendo aquí, lisa y llanamente, como si fuera el postre ex-quisito y almibarado que se nos ofrece como el mejor cierre de su cuidado banquete.