A la hora de situar y delimitar esta indagación colectiva, diremos que se trata de algo que va más allá de la simple ecología, hoy tan en boga y simpre digna de todo respeto. Nada tenemos en contra del senderismo ni del turismo rural. Compartimos los desvelos de muchos ante el peligro de extinción del oso pardo, del lince ibérico o del águila real. Desaprobamos tanto la matanza anual de las focas como la deforestación diaria de las selvas amazónicas. Compartimos, en conjunto, la tesis de Greenpeace a favor de la biosfera y en contra de la explotación indiscriminada de la naturaleza. Solo que, a nuestro entender, la naturaleza es algo más que el paisaje y que los recursos naturales; algo más allá del reino animal, vegetal o mineral. Aquí estamos hablando de nuestra conciencia de pertenencia y de inserción en ese proyecto global o universal que suele llamarse "cosmos" o "naturaleza". Nosotros preferimos etiquetarlo teológicamente, llamandolo "creación".