No es fácil a la cultura moderna la aceptación del dogma de la Inmaculada Concepción. Su formula definitoria se apoya en la teología tradicional del pecado, contestada hoy dentro y fuera de la Iglesia católica. El mayor conocimiento de la Escritura plantea actualmente serios interrogantes a la interpretación tradicional de los textos bíblicos, que se aducen como fundamentación de este dogma. Se repi-te por doquier que la Inmaculada Concepción no está en la Escritura y que, por lo tanto, hay que rechazarla. Es cierto, por otro lado, que la Tradición no habla explícitamente de ella y que los grandes teólogos, siguiendo a los San-tos Padres afirmaban que María había contraído el pecado original como los demás hombres. Si el Papa no está por encima de la palabra revelada, sino a su servicio, ¿cómo se pudo llegar a la definición de este dogma? ¿Ha sido legítima? Éste es el tema actual que intenta analizar el presente libro.