San Antonio de Padua (o de Lisboa, lugar de su nacimiento) es una de las grandes figuras de la Iglesia. Su vida, frecuentemente deformada por leyendas y devociones populares, fue tan singular, por su entrega a los más pobres y su predicación, que enseguida generó una sólida fama de santidad. Pío XII le nombró Doctor de la Iglesia en 1946 por su ciencia sobre Dios. La pluma de la autora de nuestra biografía lo presenta como un hombre que «Se nutrió de la Escritura y vivió para la Iglesia. Nada buscó para él. Todo su afán fue llevar a las almas a Cristo por María, a la que tanto amaba». Sin duda, un bello modelo para seguir entusiasmando hoy en el seguimiento de Cristo.