Hasta principios del siglo XX, San Máximo el Confesor (580-662) ha sido prácticamente ignorado, excepto entre teólogos e historiadores. No obstante, en su tiempo fue muy popular por las controversias con los mono-teletas y otros errores dogmáticos. En el siglo X hubo intentos de recopilar sus escritos, pero fue el sabio dominico Francisco Cambefis quien, siete siglos después, publicó en París (1675) las obras del santo en dos volúmenes. Entre sus numerosos escritos teológicos, exegéticos y éticos, destacan sus Centurias sobre la caridad, una obra completa y sistemática de la vida sobrenatural, en la que el amor y el conocimiento adquieren toda su dimensión. San Vicente de Paúl (1581-1660) fue un hombre excepcional que ha logrado traspasar todas las fronteras por su amor a Cristo en los más necesitados. Además de su incondicio-nal servicio a los pobres, promovió la santidad en su entorno sacerdotal dejándose llevar, humilde y sabiamente, donde el Espíritu lo guiaba. Sus Conferencias a las Hijas de la Caridad Congregación que él mismo fundó y cultivó con esmero en París y a los sacerdotes dejan perfecta constancia del ímpetu vocacional de San Vicente de Paúl, de su espíritu de entrega a los demás y de su fervor caritativo.