Las esperanzas que se abrieron tras la caída de los regímenes totalitarios del Este de Europa, cuando la historia volvió a ponerse en marcha, parecen haberse frustrado. Europa nada en el mar amargo de la desolación espiritual. Una barbarie de rasgos demoníacos, que se manifiesta entre otras cosas en el horror terrorista mundial, nos amenaza de forma terrible. Mientras tanto el nihilismo y la dictadura del relativismo señorean los espíritus. ¿Qué llenará este vacío? El cristianismo, sin duda, ha de volver a ser en Europa el más importante ge-nerador de historia y de cultura. Este libro defiende que un cristianismo fiel, absolutamente fiel, a su raíz bíblica y a su larga historia de amistad con la razón puede y debe ser el alma de una Europa futura abierta a la esperanza.