La salvación que Dios ofrece al hombre, tal y como se desprende del diálogo de Jesús con Nicodemo: «Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él» (Jn 3,17). Para el desarrollo de esta reflexión teológica, el autor divide el libro en dos partes claramente diferenciadas. La primera contempla la historia de la salvación desde el ángulo de aquellos que la ofrecen: el Padre, el Hijo encarnado (Jesús), el Espíritu Santo y la Madre de Jesús. La segunda, en cambio, visualiza la historia de la salvación desde la perspectiva de aquellos que son salvados: los hombres.