Un nuevo librito de la colección Vita Consecrata, dirigida a la formación permanente de religiosos y religiosas. La vocación profética, que en el antiguo Israel hizo de unos hombres y mujeres del pueblo los testigos del Dios vivo, para plantar y arrancar, destruir y edificar, sigue presente, con las mismas modalidades, en el nuevo Pueblo de Dios que es la Iglesia. Todo bautizado es sacerdote, profeta y rey. Y dentro de la Iglesia la vida consagrada visibiliza de manera eminente esa vocación profética, esa llamada a proclamar, con fuerza, que Dios es el único Dios.