La santa de Calcuta vivió con los hechos lo que predicó con sus palabras. Su corazón, lleno de amor y compasión, activó sus manos para servir a los más pobres de entre los pobres. De la misma manera, aquellos a quienes sus manos sirvieron fueron llenando su corazón de un amor cada vez mayor. La sed de Dios es la fuerza interior que movió apasionadamente el corazón de la madre Teresa de Calcuta para realizar tantas cosas a lo largo de su vida. El secreto, y la clave de su vida, fue precisamente esa búsqueda espiritual. La sed de Jesús la llevó, como ella decía, a “amar a los demás como Dios me ama a mí”.