El Viacrucis no es una práctica dolorista, sino un camino de consolación. En medio de los sufrimientos personales y de los graves problemas que padecemos hoy, la práctica del Viacrucis nos ayuda a darles sentido desde Jesús. Unidos a Él, en confianza, podemos recorrer también las estaciones dolorosas de nuestra vida sin sentirnos agobiados por su peso insoportable. Miremos a Jesús en su pasión y muerte, pero dejémonos también mirar por Él. Ahí descubriremos la lógica de Dios, la lógica del amor y de la entrega, que nos ayuda a no dejarnos vencer.