Cécile Turiot propone en este número no tanto un método de análisis cuanto una práctica para escuchar la Palabra cuya huella conserva el texto escrito. Lo mismo que un rostro, un texto está constituido por una estructura común, rasgos particulares y un misterio. A observar las Ğfigurasğ así formadas es a lo que somos invitados en siete lecciones y ocho ejemplos. Deslizándose por una tradición inaugurada por los Padres de la Iglesia y renovada con los descubrimientos contemporáneos de la semiótica y la antropología, la lectura figurativa deja que el misterio venga por sí mismo. Con sus lecciones progresivas, este trabajo será útil para los animadores de grupos bíblicos, de igual manera que para cualquier persona que trate de renovar su lectura de la Biblia.