Juan Pablo II nos recuerda en esta Carta apostólica una idea que está en la base de la vida cristiana: afrontar el sufrimiento como camino de salvación, no sólo personal sino para toda la Iglesia y la sociedad.
Juan Pablo II nos recuerda en esta Carta apostólica una idea que está en la base de la vida cristiana: afrontar el sufrimiento como camino de salvación, no sólo personal sino para toda la Iglesia y la sociedad.