El autor sitúa con toda naturalidad al lector ante las elementales condiciones que ha de reunir un cristiano corriente: las virtudes teologales, las virtudes cardinales, el desprendimiento, la oración, el conocimiento de sí mismo, etc.
El autor sitúa con toda naturalidad al lector ante las elementales condiciones que ha de reunir un cristiano corriente: las virtudes teologales, las virtudes cardinales, el desprendimiento, la oración, el conocimiento de sí mismo, etc.