En 1540, el Consejo Real aprobó unas normas polémicas sobre la atención a los pobres. Expertos de la Universidad de Salamanca emitieron un informe favorable, que Domingo de Soto firmó sin advertir que lo escrito no era exactamente lo hablado, a pesar de lo que le aseguraban. No tardó en hacer públicos sus reparos, que llegaron a oídos del Príncipe Regente, dando la impresión de firmar una cosa y dexcir otra. Para deshacer equívocos hizo pública esta Deliberación. Insiste en que las nuevas medidas no deben reducir los derechos de los pobres, su único e imprescindible patrimonio. Un importente documento histórico, que es al mismo tiempo una muestra de cómo entendía su responsabilidad moral y social uno de los máximos exponentes de la Escuela de Salamanca.