Esta obra ofrece una visión panorámica, pero no por ello poco exhaustiva de la Teología del Proceso, corriente desarrollada principalmente en el ámbito anglosajón a lo largo del siglo XX. Desde las coordenadas de la filosofía procesual de Alfred N. Whitehead, pero hundiendo también sus raíces en el pensamiento antiguo y en corrientes religiosas como el budismo, la Teología del Proceso propone una visión dinámica de la realidad, en constante interrelación con un Dios cooperante con el mundo y los seres humanos que lo habitan. Esta propuesta de renovación del pensamiento teológico, con la atención dirigida a cuestiones metafísicas, científicas y bíblicas pero también en diálogo con la ecología y el feminismo, permite vivir la experiencia religiosa cristiana desde las coordenadas culturales del mundo presente.