Ciencia y pensamiento deberían ser indisociables. Si la ciencia no puede prescindir del sentido común y de los conceptos lingüísticos inherentes a la reflexión, tampoco el pensamiento humanista debería ignorar los descubrimientos de la ciencia. Precisamente de las relaciones entre las teorías científicas y los modos de pensar trata este libro. A partir de una serie de dicotomías que estructuran cualquier razonamiento (verdadero / falso, continuo / discontinuo, absoluto / relativo, cierto / incierto, finito / infinito, global / local, elemental / compuesto, etcétera), Lévy-Leblond se propone demostrar en Conceptos contrarios que tales conceptos, considerados desde una perspectiva científica, se vuelven relativos y pueden a veces difuminarse en un continuo o en mil matices. Como el lector descubrirá en los experimentos que comenta el libro, lo verdadero y lo falso, lo constante y lo variable, o incluso lo real y lo ficticio no siempre resultan tan antagónicos como podía parecernos.
Al mismo tiempo, Conceptos contrarios propone un uso inteligente de la ciencia para otros asuntos, y sugiere varios conceptos propios de la práctica científica que deberían emplearse en otros ámbitos del pensamiento. La gran lección de la ciencia en general, y en particular de la física, es que desconfía de las ideas recibidas y de su inercia y sólo acepta los modelos explicativos en función de su aplicabilidad. Como nos sugiere con amenidad y rigor Lévy-Leblond a lo largo de su obra, sólo ampliando nuestro campo conceptual y revisando la validez de ciertas dicotomías podemos acceder a una mejor compresión de la multiplicidad de lo real.