Dirigiéndose a jóvenes y a familias, el autor ha querido escribir lo que le sugirió la muerte en accidente, como de tantos otros, de un joven conocido llamado Fernán. En este libro trata de expresar que la clave de toda la pastoral juvenil es que seamos siempre, con la gracia del Señor, jóvenes que, como Fernán, digan al mundo "cómo sabe Dios". Jóvenes capaces, con su vida, de contar "un cuento, un beso y una flor", y perderse.