El autor de estas páginas está convencido de que al cristiano lo conforma el vivir cíclico de la Iglesia que ca-da año hace la Memoria del Misterio de Amor de Dios manifestado en Cristo. El “Año Litúrgico” es como el bas-tidor sobre el que el Espíritu va bordando el diseño de cada cristiano; como el pentagrama sobre el que modula toda la acción de la Gracia. Pero donde ha gestado esta obra ha sido en la conversación con miles de cristianos, más de 35.000 horas de confesionario, más de 2.000 horas predicadas desde el ambón de su catedral, y en sus incontables clases como profesor de Liturgia y Patrología.