“Llevo muchos años estudiando a Don Gregorio Marañón”, nos dice el autor. “Siempre lo he hecho con fervor, porque me ha aportado, y sigue aportándome: amplitud de horizontes, altos ideales, criterios certeros y mucha paz en tiempos revueltos como los nuestros en los que, junto a evidentes avances, existe una gran desorienta-ción moral, traducida muchas veces en degradación social. Una situación en la que Don Gregorio con su vida sus escritos nos puede hacer un gran servicio. D. Gregorio fue y sigue siendo un gran Maestro que nos dejó una gran herencia: su pensamiento universal, su criterio riguroso, su espíritu positivo y constructivo, su huma-nismo limpio y cálido, su lucidez clarificadora, y sobre todo, su bondad inagotable. Por todo lo cual podemos afirmar que D. Gregorio Marañón es un “Maestro de fiar”. Y, pese a todo, hoy es un marginado y desconocido para el gran público”.