Al preguntarse la autora en este libro por el sentido de la vida, le parece cuestión sensata abrir una ventana a la trascendencia, por lo que se sitúa en la zona límite para experimentar el mundo en sí y en los otros, dejando abiertas las respuestas en las que se refleja la vivencia humana total. ¡Siempre aciertan los poetas! Porque nos descubren la necesidad del otro, y nos enseñan a adoptar una actitud crítica, sacándonos de la despreocupación e indiferencia, para instalarnos en la experiencia pura del ahora y percibir un abrazo de lo sublime.