Morar en un puente es una decisión disparatada e incómoda. Sin embargo, habitar las fronteras parece un desafío apremiante para nuestro mundo agrietado en el que se levantan muros y se rechaza al diferente. ¿Quién puede hacerlo? Nos hacen falta testigos más que maestros. Christophe Lebreton es uno de ellos. Joven, contemporáneo y quebrado en su humanidad como todos nosotros, tuvo el coraje de dejar transformar su vida a partir de un “Yo te amo”, que lo llevó más allá de su zona de confort. Poeta y místico, monje y mártir de la intolerancia junto con sus seis hermanos del monasterio de Tibhirine (Argelia) supo hacer de su intimidad una casa abierta a todos, incluso más allá de su muerte. Estas páginas son una puerta para entrar en esta Casa habitada por muchos.