Jerónimo Gracián –señala el autor– ha sido el gran desconocido de la Reforma de Teresa de Jesús, y no pocos se sorprenderán al saber que tuvo con él una mayor comunicación y trato que con san Juan de la Cruz. En Gracián depositó la Santa su propia conciencia y la Reforma que emprendió. En él se apoyó. A él prometió obediencia. Y así aparece a través de estas páginas, en que se dibuja la semblanza de una figura, más que olvidada, vejada y calumniada.