Elredo enseñó lo que vivió. Prendado de la nueva forma de vida monástica traída a Inglaterra recientemente por los monjes claravalenses, se entregó con todo el ardor juvenil a vivir el ideal monástico. Como maestro de novicios primero y luego como abad tenía una conciencia muy clara y un propósito muy firme de edificar a sus hermanos, como nos dan testimonio los más de 180 sermones que nos han llegado a nosotros.