Jesús de Nazaret, el hijo de Dios, vive hoy como vivió ayer. Los santos nos enseñan, cada cual con su peculiar modo de ser, que es posible una relación de amistas cordial con aquel que puede llenar de sentido toda una vida. Sin embargo, la relación del señor con las mujeres fue tan especial que, como señala algún autor, arrancó del corazón de ese Hombre-Dios las señales más explícitas de la ternura y la misericordia del padre.