Tengo una única puerta de acceso al infinito, a la belleza, a la trascendencia. Esa puerta es mi vida, tal como se me presenta. Puedo mantener la puerta con múltiples accesos, entradas y salidas. También puedo mantenerla entornada o cerrada a calicanto y perderme así la esencia del estar viva. Tener la puerta abierta significa no dejar ninguna oprtunidad de amar y servir, de crecer y aprender. Decir sí a las invitaciones que nos llegan para conocernos a nosotros mismos, para formarnos y actuar al servicio de los otros.