Estas páginas pretenden, dentro de una pastoral del seguimiento y desde la vocación al amor propia de los esposos, dar respuesta a la cuestión por la atención pastoral de los divorciados en nueva unión. Ese camino no puede hacerse en la soledad, sino en el acompañamiento. Solo en una Iglesia que une la idea de pastoral a la de acompañar personas, puede tener cabida adecuada el necesario acompañamiento a los divorciados vueltos a casar. Este camino no acaba en la Eucaristía, sino en el banquete del Reino de los Cielos; llegar a tal fin reclama una ayuda en el modo de vivir una fidelidad a Dios en cada circunstancia concreta.