Dámaso Alonso afirmaba con la autoridad de su magisterio: “…toda poesía es religiosa”. El telón de fondo de los poemas que conforman este Dios entre mis manos es más ascético que místico, aunque en algunos de ellos aparezcan muestras de emoción poética amatoria, es decir, mística. Lo que al autor le mueve en su obra es la búsqueda, motivada por la duda de la propia existencia, por el asombro y el temor ante ese Ser Superior, a veces extraño, a veces lejano o en silencio, pero al que acaba alabando y exaltando. Estamos ante un poemario-oración, un poemario-alabanza, pero también de queja y de incorfomidad.