La beata Ana de San Bartolomé ingresó a los 21 años en el convento de San José de Ávila, convirtiéndose en secretaria, confidente y enfermera de santa Teresa de Jesús, que murió en sus brazos. Formó parte de la pequeña expedición (1604) que llevó el Carmelo Teresiano a Europa: Pontoise, Tours, París y Amberes, donde discurriría el resto de su vida. Las imágenes que se presentan en este libro forman parte de los ciclos de estampas que se dedicaban a las grandes figuras religiosas de la época y su excepcionalidad estriba en el hecho de que las estampas van acompañadas de los dibujos para grabar. Estas obras realzan la dimensión de esta gran mujer, de quien Teresa de Jesús dijo: “Ana, Ana, tú tienes las obras, yo tengo la fama”.