“El autor lleva de muy antiguo en el hondón del alma una vivencia de la santidad: la que en sus tierras burgalesas supo y quiso consumar el santo Hno. Rafael Arnaiz Burón, un santo de su tiempo, de su tierra y de sus amores. Con su recuerdo, con sus escritos y sus ejemplos, don Amadeo ha construido un personaje. Unas veces a pinceladas y otras a golpe de tallista y, cuando le ha parecido, con pétalos de rosas. Así le ha salido un Hno. Rafael limpio y auténtico, cercano y casero, fraternal y profundo. Como él era. Su autor le ha dejado hablar ampliamente, tirando de sus diarios y carpetas” (Joaquín L. Ortega). El lector se encontrará con una obra ilustrada a todo color.