“¿Qué quieres de mí, Señor?”. Más allá de una cuestión de curiosidad o una pregunta retórica que permita el zafarse de la posible responsabilidad de atender a lo que uno intuya que Dios espera de él, esta es un pregunta profunda con la que el autor se interpela sobre lo que Dios espera de nosotros y con sinceridad se abre a la disponibilidad de entregarse confiadamente en sus brazos para que se haga su voluntad, con el convencimiento de que el Creador no deseará para su criatura nada que le pueda ser perjudicial para su propio existir. El libro es una experiencia de fe y de diálogo con Dios porque cuando desde el fondo de nuestro ser le preguntamos: “¿Qué quieres de mí, Señor?”, podemos captar que nos está respondiendo: “Ámame y vive en mí. Sé mi testigo. Ten fe y confianza en mí, y actúa de acuerdo con el amor que te he mostrado”. Estamos ante un libro de espiritualidad muy trabajado y rezado, profundo.