El suicidio de la joven Midori deja trastornado a su padre, el señor Nagara, un rico empresario japonés que no puede resignarse a la pérdida de su hija y busca ciegamente una venganza. También a David, su novio, un catalán que regenta en Tokio una tienda de vinos y que es incapaz de olvidarla. Tal vez para superar su angustia, David inicia una relación con Ryu, una chica solitaria y enigmática que aparece en su tienda y con la que empieza repitiendo los paseos y los rituales de su antigua novia, para acabar entregado a una pasión sexual desesperada. El testigo, y narrador, de esa peculiar historia de amor es un ingeniero seducido también por Ryu y obsesionado en grabar los sonidos que la envuelven en las más diversos escenarios, desde Tsujiki, la bulliciosa lonja de pescado de Tokio donde trabaja por las noches, hasta los cementerios que le gusta visitar los domingos. Tanto él como David ignoran, sin embargo, que Ryu tiene otra ocupación ocasional de la que no les habla: la de asesina a sueldo.