En el siglo XV, la antigua Valaquia, conocida hoy como Transilvania, fue escenario de cruentas luchas entre turcos, cristianos y los propios habitantes de esta zona geográfica –entre otros, eslavos, macedonios, serbios y croatas-. Ésta es la historia de Vlad III Dracul, llamado por sus contemporáneos “el Empalador”, quien, en medio de estos combates sin cuartel, luchó con tales medios por la independencia de sus país que hasta hoy se recuerda su crueldad sin límites. De él se cuenta, entre otros muchos detalles pavorosos, que solía almorzar rodeado de sus prisioneros agonizantes atravesados por un palo. El camino que conduce desde la historia real hasta la leyenda es oscuro y tortuoso, pero no es de extrañar que en el siglo XIX el escritor irlandés Bram Stoker se inspirara en el sanguinario príncipe Vlad Dracul para concebir la figura del conde Drácula, sediento de sangre, y al que, ya en el siglo XX, el cine convertirá en uno de nuestros mitos más terroríficos.