Los cristianos han reconocido siempre en san José a aquel insigne varón que vivió una singular comunión íntima con María y Jesús. Es más, saben también que, para quien lo intenta, el Santo Patriarca ejerce de inmejorable maestro del alma en el trato con Cristo y su Madre. La ininterrumpida devoción a san José, que en nuestros días ha alcanzado gran pujanza y madurez, es deudora directa de la enseñanza de muchos santos, teólogos y romanos pontífices. ¿No resulta entonces de lo más sensato releer el Evangelio a la luz de tan notables aportaciones? Pues bien, eso hacen y eso es lo que pretenden estas páginas, procurando entrelazar la necesaria doctrina con la imprescindible piedad. Para poder así redescubrir en vivo al elegido por Dios como Custodio de su Hijo en la tierra y Esposo de la Santísima Virgen.