Empieza la biografía de San Agustín, futuro pensador y Padre de la Iglesia, con una pelea entre pilluelos. Desde este primer encuentro se siente uno fascinado por la personalidad del apasionado joven. Con su vigoroso e inimitable estilo, el autor nos cuenta la historia de la transformación de San Agustín, desde que era un muchacho frívolo y sensual, hasta que se convierte en un brillante escritor y profundo teólogo, obispo de Hipona. El hombre que se conquistó a sí mismo, cuyas obras maestras de literatura y de filosofía presidieron el pensamiento occidental a lo largo de un millar de años. Además, con la maestría y amenidad a la que nos tiene acostumbrados, el autor recrea el marco excitante de la época: el clima turbulento del Imperio Romano en los últimos días de su decadencia. Con vigorosa mano pinta las personalidades cuyas vidas influyeron más íntimamente en Agustín: Mónica, su heroica y santa madre; el solemne Ambrosio, obispo de Milán; Alipio, su incondicional amigo; la delicada Melania, madre de su hijo.