Siempre he pensado que la vida es amor y dolor, pero que tenemos la opción de transformar ese dolor para evitar quedar anclados en el sufrimiento, que es inútil.
El autor de este libro, un héroe anónimo, nos demuestra que con una actitud positiva, sea cual sea el desenlace, y regalando sonrisas.
-aunque en el fondo no se tengan suficientes motivos para hacerlo-, se atraviesan los momentos más duros de la vida de una forma mucho más sana y llevadera. Y que tenemos altas capacidades para superar hasta lo más terrible que nos puede pasar, como es perder a un hijo pequeño. Esa tragedia tremendamente antinatural, el dolor más terrible que existe.
Tengo que confesar que no he podido contener las lágrimas en muchos momentos de este viaje de Iván.
Del prólogo de Irene Villa