El Ordo Missae medieval, compuesto por una serie de oraciones devocionales insertadas en lo que nosotros llamamos «Ordinario de la Misa» es uno de los aspectos fundamentales de la historia de la liturgia romana, porque nos hace regresar a una de sus épocas más creativas, aunque los criterios teológicos y espirituales de entonces no siempre coincidan con nuestros. En efecto, con el Ordo Missae medieval nos adentramos en la introducción, autoritaria y por motivos políticos, de la liturgia de la ciudad de Roma en los territorios franco-germánicos, con el consiguiente choque cultural que ello produjo. Una de las consecuencias de la introducción de oraciones devocionales en la misa, fue la progresiva clericalización de la celebración eucarística, ensimismado como estaba quien la presidía en sus fervores. Mientras tanto, el resto de la asamblea se iba convirtiendo en un «mudo y extraño espectador» al mismo ritmo que el celebrante calentaba su corazón con las plegarias que añadía.