El corazón de la Liturgia y de los sacramentos cristianos no es el rito sino la palabra de Dios: siempre es esta la palabra que en ellos acontece, pero siempre acontece bajo la forma ritual. En la introducción al Leccionario de la misa se nos dice claramente: 'La Iglesia crece y se construye al escuchar la palabra de Dios y los prodigios que en muchas formas Dios realizó en la historia de la salvación. Estos se hacen presentes de nuevo en los signos de la celebración litúrgica de un modo misterioso pero real. Dios, a su vez, se vale de la comunidad de los fieles, que celebra la Liturgia, para que se propague y sea conocida su palabra, y su nombre sea alabado por todas las naciones'. El papa Francisco nos habla en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium sobre el papel evangelizador que tiene la Homilía, especialmente en el contexto de la asamblea eucarística: supera a toda catequesis por ser el momento más alto del diálogo entre Dios y su pueblo, antes de la comunión sacramental. La Homilía es un retomar ese diálogo que ya está entablado entre Dios y su pueblo, y debe darle fervor y sentido a la celebración. Debe ser breve, de lo contrario afectaría a dos características de la celebración litúrgica: la armonía entre sus partes y el ritmo. Esta ha sido mi intención al elaborar cuidadosamente cada una de estas Homilías Litúrgicas. Tirso Vaquero Rojo nace en Langayo (Valladolid) en febrero de 1937. Cursa Humanidades en Alcalá de Henares: Latín, Griego, Hebreo, Francés. Estudia los cursos de Filosofía y de Sagrada Teología en el Seminario Conciliar de Madrid (1952-1959). Cursa 3 años en el Instituto de Pastoral Litúrgica de Madrid, dependiente de la Universidad Pontificia de Salamanca (cursos 1966-67-68). Hace Licenciatura de Teología en la Universidad Pontificia de Comillas (años 1968-1969).