En virtud de su ordenación sacramental, el sacerdote está ordenado a la Eucaristía de una manera peculiar y distintiva. Desde el punto de vista sacramental representa a Jesucristo quien, a través de su misterio pascual, se convirtió en Eucaristía y sigue alimentando a su Iglesia con su cuerpo glorioso. La Eucaristía centra y orienta toda la vida y todo el ministerio del sacerdote. Todo lo demás proviene de ella y a ella vuelve. El sacerdote es sobre todo el servidor de Cristo en la Eucaristía. Así pues, tanto san Juan Pablo II como Benedicto XVI o el mismo Francisco han exhortado con frecuencia al sacerdote, que preside la Eucaristía, a ponerse él mismo en la «escuela» de la Eucaristía para poder instruir a su pueblo en el modo eucarístico de Cristo. Es deseable que el sacerdote haga esto de tres maneras: animando una celebración devota de la Eucaristía, formando una comunidad eucarística y promoviendo una práctica eucarística. Fiorenzo Salvi, religioso sacramentino y doctor en Sagrada Liturgia por el Pontificio Instituto de San Anselmo en Roma, brinda en este libro su rica experiencia en la formación y acompañamiento de sacerdotes a partir de una espiritualidad eucarística.