Ángel Pérez Martín, propone un conjunto de consideraciones que a más de un lector han de sorprender por su originalidad, a pesar de su absoluta ortodoxia; por la hondura del contenido, perfectamente inteligible para cualquier persona medianamente instruida y por la desenvuelta manera de narrar con tremenda espontaneidad. Todo ello es lo que hace que el lector se sumerja con gusto en el texto. En efecto, se trata de un libro escrito en un lenguaje sencillo y ponderado cuyos razonamientos son claros y sus ideas novedosas. Invita a la meditación, por lo que merece la pena que sea leído sin prisas, de forma que cada uno pueda aplicar a su propia vida los pensamientos que los misterios del rosario van suscitando en el autor. Estas reflexiones son el fruto de su experiencia personal de muchos años en los que ha vivido integrado en una comunidad cristiana, volcado en el seguimiento de Jesucristo con una entrega absoluta, procurando aceptar en todo momento la voluntad de Dios. Todas sus opiniones están apoyadas en secuencias de la Escritura, que siempre que es necesario trae a colación en medio de su argumentación. La construcción elegida hace agradable la lectura porque es perfectamente lógica: cada capítulo contempla uno de los misterios de rosario que dará pie a la meditación que se propone. Se comienza transcribiendo lo que el Evangelio da a conocer sobre cada misterio. A continuación, van surgiendo comentarios que poco a poco se abren a otras consideraciones sobre pasajes bíblicos relacionados con cada tema y, al hilo de lo narrado, se sacan consecuencias con una agudeza sorprendente que, en primer lugar, el autor aplica a su propia vida con una humildad patente que, indudablemente, le viene dada de lo alto. Después, aplica esos pensamientos al hombre actual y a la sociedad concreta de estos tiempos, con fuerza y perspicacia, plasmando todo aquello que separa al hombre de Dios, proponiendo soluciones y, en definitiva, demostrando que el Evangelio sigue siendo de una gran actualidad para el hombre de este siglo. El lector se va metiendo sin violencia alguna en la meditación que se le propone; se siente protagonista y se hace interrogantes que, si está libre de pre- juicios, pueden ser de gran ayuda a su vida espiritual. Creo que este es el libro ideal para tener a mano en la mesilla de noche de manera que podamos adquirir el hábito de no apagar la luz sin haber leído “un misterio” o, al menos, alguna de las sustanciosas consideraciones que en cada capítulo se contemplan.